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Historia del Anarquismo en Suecia

Sacado de Anarchism de George Woodcock
Versión Castellana de Sofía Yvars Fernández

En Suecia existe todavía una organización muy similar a la Freie Arbeiter Union alemana: se trata de la Sveriges Arbetares Central que, inserta en el ámbar báltico de la neutralidad sueca, se libró de las catástrofes de la opresión y la guerra que significaron el fin de casi todas las demás organizaciones anarcosindicalistas. Hoy en día, en la década de 1960, todavía funciona como una federación de sindicalistas.

En Suecia hubo facciones anarquistas desde los años ochenta, momento en el que se infiltraron en el Partido Socialdemócrata de reciente creación. Fueron expulsados en 1891, durante la purga de anarquistas que afectó a todos los partidos pertenecientes a la Segunda Internacional. A partir de entonces, participaron como anarcosindicalistas en los sindicatos, hasta que en 1910, tras una desastrosa huelga general, decidieron escindirse y crear su propia federación, a imitación de la C. G. T. francesa. En 1910 fundaron la Sveriges Arbetares Central. Al principio era una organización diminuta que sólo tenía quinientos miembros, pero su llamamiento a la acción directa resultaba especialmente atractivo para los madereros, mineros y obreros de la construcción, cuyo trabajo era pesado y cuyos sueldos eran generalmente bajos. En 1924, en el apogeo de su influencia, tenía 37.000 miembros y todavía en la década de 1950 seguía teniendo 20.000, publicaba su propio diario, Arbetaren, en Estocolmo, y mantenía viva a la Asociación Sindicalista Internacional de Trabajadores.

Presenta cierto interés histórico el estudiar el modo en que este superviviente de la edad de oro del sindicalismo revolucionario se ha adaptado al mundo de los años
sesenta, y una reciente investigación sobre el trabajo en el mundo, realizada por sociólogos americanos [3], contiene una valiosa descripción de la Sveriges Arbetares Central a mediados del siglo xx.

Al parecer, la estructura de la federación sigue siendo la de una organización sindicalista ortodoxa, basada en «sindicatos locales que agrupan a todos los miembros que viven en una zona geográfica determinada, sin tener en cuenta el comercio o industria a que se dedican», «el sindicato local sigue siendo el principal depositario de la autoridad del sindicato» y «está directamente relacionado con el centro nacional>.

No obstante, parece evidente que su práctica sindical se ha modificado como consecuencia de la evolución de las condiciones sociales. En teoría, como observan los autores del estudio, los sindicalistas suecos se oponen a la contratación colectiva:
 

Para ejercer un control sobre las condiciones de trabajo, cada sindicato local ha creado un Comité, de Registro cuya misión es preparar listas de salarios. Tras su aprobación por el sindicato, estas listas determinan los salarios que pueden cobrar los miembros del sindicato. El fracaso del método de registro en su intento de establecer unos salarios obligatorios para períodos concretos de tiempo permitió a los empresarios reducir los sueldos durante los periodos de paro, y algunos sindicalistas se han visto obligados a firmar acuerdos. Como medios de apoyar sus exigencias, los sindicalistas han propugnado la huelga de solidaridad, el trabajo lento con observancia literal de las normas de trabajo, el trabajo de mala calidad, etc. Pero esos medios resultan incongruentes en una sociedad tan organizada como la sueca, y en realidad los sindicalistas han practicado la contratación colectiva.


La investigación continúa señalando que «los sindicalistas suecos han permanecido fieles a los principios políticos de su doctrina», y que sus sindicatos «se abstienen
totalmente de cualquier actividad política». Oficialmente, los líderes de la S. A. C. todavía profesaban la teoría de <la eventual destrucción del Estado mediante la huelga general revolucionaria», pero el estudio llega a la conclusión de que «en lo que se refiere a la práctica sindical... no hay una gran diferencia entre los sindicatos socialistas y los sindicalistas».

En otras palabras, la Sveriges Arbetares Central ha permanecido fiel, en teoría, al tipo de sindicalismo revolucionario predicado por Pierre Monatte en el Congreso
de Amsterdam de 1907; pero, en la práctica, ha aceptado los procedimientos modernos normales en las relaciones industriales; y tanto en la teoría como en la práctica, se ha alejado mucho del anarquismo puro.
 

[3] Walter Galenson (ed.), Comparative Labor Movements [«Movimientos obreros comparados»]. Nueva York, 1952.

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