GLOBALIZACION CONTRA DERECHOS HUMANOS
El equivalente en castellano al término Globalización es Mundialización. Ambos términos significan
la expansión de las relaciones económicas mercantiles a escala planetaria. Sin embargo, tras la apariencia de progreso mediante
el comercio y de interdependencia de los países, se oculta una realidad de dominación y aumento de la desigualdad en beneficio
de los más fuertes.
Aunque el comercio internacional intenso es anterior al S.XX, la mayor parte de los intercambios
internacionales, en el siglo pasado y en la primera parte del actual, se producían entre las metrópolis y sus colonias.
La globalización a la que nos referiremos, comienza hace poco más de 50 años tras la segunda guerra
mundial y está marcada por el proceso de descolonización, la apertura de los mercados de la periferia al comercio internacional
y la creación de estructuras políticas especializadas en impulsar este proceso. La construcción europea se enmarca en esta
dinámica.
En 1945, los EE.UU. emergen como la nueva potencia hegemónica en occidente, no sólo en el terreno
militar sino sobre todo en el económico. La continuación del proceso de acumulación de los grandes capitales norteamericanos
requiere operar en escenarios más amplios que sus propias fronteras y sus áreas tradicionales de influencia..
Las instituciones creadas en 1944 en Bretton Woods, persiguen establecer un nuevo orden económico
internacional basado en la hegemonía de USA en un mundo bipolar. El Fondo Monetario Internacional (F.M.I.), tendrá como tarea
asegurar la estabilidad monetaria que requiere la movilidad de capitales; el Banco Mundial (B.M.) proveer la financiación
necesaria para la modernización capitalista de los países subdesarrollados y el GATT (Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio)
impulsar los intercambios comerciales internacionales.
A escala mundial, las instituciones del nuevo orden internacional, canalizan las inversiones en los
países de la periferia no persiguiendo el desarrollo de dichos países sino los intereses de las potencias inversoras en base
al control y la corrupción de las élites locales.
Esta dinámica origina un endeudamiento de dichos países débiles con los fuertes. La devolución de
esta deuda aumentada en los intereses, obliga al país receptor a incrementar sus exportaciones y a aplicar programa de ajuste
que en lo esencial, busca la generación artificial de excedentes económicos para financiar la deuda externa.
Las exportaciones se basan normalmente en materias primas producidas en régimen de monocultivo, cuyos
precios están controlados por los países ricos en los mercados internacionales. Cuando estos precios disminuyen, el resultado
será la depresión de la economía, el desempleo y la pobreza masiva en el país receptor.
Al no conseguir atender los vencimientos de la deuda, el país endeudado deberá pedir más créditos
para pagar al menos los intereses, so pena de verse apartado de los circuitos económicos internacionales. Para conseguir estos
créditos el país deudor tendrá que aceptar la política de ajuste estructural que le dicta el FMI: desregulación de los mercados,
privatización de la economía, austeridad fiscal, devaluación de la moneda, rebaja de los salarios y aumento de los tipos de
interés.
El país endeudado tenderá a malvender sus recursos para obtener ingresos inmediatos, esto beneficiará
a los países ricos que los compran pero no a su propio desarrollo económico. El ingreso por estas ventas se canalizará en
gran medida a los bancos acreedores de la metrópolis, mientras que los capitales autóctonos saldrán de su propio país buscando
inversiones en economías más boyantes.
Tras la formal igualdad de todos los estados ante el derecho internacional, se oculta la profunda
desigualdad de muchas sociedades obligadas a adoptar una forma de organización política, el Estado, ajena a su cultura y a
insertarse en un mercado internacional fuertemente controlado por los países ricos.
Según un informe de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo),
de 1.995, el aumento de las inversiones trasnacionales ha sido espectacular en los últimos años, pasando de una media de 100.000
millones de dólares al año (13 billones de pts), en el período 1984-1989, a 315.000 millones de dólares (41 billones de pts)
en el año 1995.
El aumento de la globalización económica, es decir de la mercantilización de las relaciones sociales
dentro de cada país y de las relaciones entre países a escala internacional, está teniendo efectos tan devastadores que el
Informe sobre el Desarrollo Humano de 1996 del PNUD (Programa de Naciones Unidad para el Desarrollo), no puede por menos que
constatar esta realidad.
En este informe, se reconoce que más de 100 países no se benefician de la globalización, que los
auténticos beneficiarios son sólo 10 países. El informe define 5 modelos negativos de crecimiento económico: crecimiento sin
empleo, crecimiento despiadado (que genera exclusión social), crecimiento sin voz (sin democracia política), crecimiento sin
raíces (que arrasa las estructuras autóctonos) y crecimiento sin futuro (depredador de los recursos naturales).
Los datos que ha aportado la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación
(FAO) en su conferencia de mediados de noviembre de 1996 en Quebec, son demoledores. 800 millones de personan pasan hambre,
la cuarta parte son niños de menos de 5 años.
A pesar de esta realidad el FMI, el BM y la OMC persisten en la aplicación de sus políticas globalizadoras.
Tras la caída de los países de economía planificada, el mundo, enteramente capitalista, resplandece con una triunfal calamidad.
Sin embargo, sin más enemigo que él mismo, el capital trasnacional se mueve cada vez más libremente por el mundo.
A pesar de su pérdida de legitimidad, esta lógica económica se mantiene por la adhesión de sus
sectores beneficiados, el consentimiento de la mayoría que recibe a diario un mensaje virtual que consagra los océanos de
sufrimiento como un tributo inevitable al progreso, y la represión contra quienes se enfrentan a este orden de cosas.
Se ha producido una identificación entre Democracia y Mercado. La doctrina actual en las relaciones
internacionales distingue a los países autoritarios, es decir las dictaduras como el Chile de Pinochet o el Marruecos de Hassan
II, que estimulan el funcionamiento del mercado capitalista, considerando como un problema menor su falta de libertad política,
frente a los países totalitarios en los que no se permite la libertad de mercado lo cual es imperdonable aunque consigan la
legitimidad popular y la satisfación de necesidades básicas de la población.
Es necesario pedir cuentas a la globalización económica, no sólo por sus efectos sino también por
sus razones. La presentación del mercado autoregulado como constitutivo de la sociabilidad ordenada, encubre la intervención
política intensa del poder para eliminar todos los obstáculos que se opongan al despliegue de dicho mercado.
Los procesos de globalización económica uno de los cuales es el de la Unión Europea, constituyen
dinámicas irreformables desde las instituciones porque dichas instituciones están diseñadas para favorecer dicha dinámicas
globalizadoras. Sin una crítica teórica (valores, ideas, actitudes, clarificación de la lógica económica que subordina a la
sociedad) y práctica (cambios en los modelos de vida, acumulación de fuerza para impedir el funcionamiento de esa lógica en
cada país) no cabe hablar de alternativas.
Las reclamaciones de una Europa social o de los pueblos, desvinculadas de los procesos de crítica
descritos más arriba, no serán mucho más que retórica para militantes en apuros o recursos demagógicos en las contiendas electorales.
Si no aparecen los millones de perjudicados en la escena política, sí en nuestra crítica y nuestras opciones no incorporamos
la inmensa cara oculta de la desolación originada en el tercer mundo, cualquier lucha reivindicativa no hace más que realimentar
la lógica existente.
Por donde avanzar?. La clarificación de la realidad y la denuncia de las mentiras, el cambio de cultura
y de valores y la creación de espacios sociales alternativos son necesarios. Pero si además de acallar las conciencias queremos
participar en la construcción de la realidad, es necesaria la organización de los perjudicados para expresar el conflicto
social, la generación de dinámicas de resistencia y la confluencia de las mismas para impedir el despliegue del capital como
relación social y reestablezca sobre la centralidad de lo local, lo autogestionado, lo social, la abundancia como desear poco
y no como consumir mucho y la felicidad basada en la cooperación y la vida en común.